Un tema bastante controvertido en la actualidad es la eficiencia de los sistemas de gestión de residuos, ya que siguen ocasionando un impacto significativo en el medio ambiente.
En el pasado, la mayoría de los residuos que generábamos eran acumulados en vertederos. Estos depósitos de basura, inadecuadamente gestionados, pueden provocar un considerable impacto ambiental debido a la alteración del terreno, la emisión de gases de efecto invernadero, la generación de lixiviados, etc.
Cuando en los años 70 los envases y embalajes de plástico entraron en nuestras vidas, la cantidad de residuos que generamos se multiplicó agravando el problema.
Actualmente, los vertederos son la última opción en la cadena de tratamiento de residuos que marca la Unión Europea. Una gran parte de ellos es sometida a Evaluación de Impacto Ambiental, según lo marcado en el Real Decreto Legislativo 1/2008.
A pesar de los avances citados, en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística, más de un 50% de los residuos todavía van a parar a vertederos. Este dato demuestra que no disponemos de un sistema de gestión de residuos eficiente aún hoy en día, siendo la economía circular una posible solución.
¿Qué es la economía circular?
La economía circular es una estrategia de economía sostenible que consiste en valorizar los desechos para que no se conviertan en residuos sino en materias primas secundarias.
Los productos serían elaborados con el fin de proporcionar la máxima durabilidad, siendo a la vez reciclables y fáciles de reparar. Una vez que ya no sirvan para su principal uso, en lugar de ser desechados, serían reincorporados en el ciclo productivo.
Esta estrategia acabaría con la economía tradicional que promueve modelos de consumo poco sostenibles como el “fast fashion”, los productos de “usar y tirar”, la fabricación de productos tecnológicos cada vez más compactos y difíciles de reparar o la obsolescencia programada, entre otros.
La Unión Europea ya está trabajando en ello con el Plan de Acción establecido en 2015, en el que incluye como llevar a cabo la transición hacia la implantación de una economía circular.
Con los objetivos de desarrollo sostenible para el 2030, la UE se propone alcanzar un reciclado de residuos municipales del 65% y de residuos de embalajes del 75%. También, se propone reducir los depósitos en vertederos a un máximo del 10% de todos los residuos y reducir los desechos marinos en un 25%.
En conclusión, la transición a un modelo de economía circular, para minimizar nuestros residuos y el impacto ambiental que conllevan, es necesaria y posible en un futuro cercano. Para lograr este objetivo, es fundamental la implicación ciudadana y de las empresas, pero también es imprescindible la implantación de nuevas políticas para optimizar nuestro modelo económico y nuestro sistema de gestión de residuos.