El cambio climático y sus impactos sobre los anfibios

Sostenibilidad y cambio climático

 

Actualmente son muchos los factores de amenaza que pueden incidir sobre la conservación de las especies. La fragmentación y destrucción del hábitat, la contaminación del medio, la introducción de especies exóticas invasoras o el cambio climático son algunos de los que tienen mayor relevancia. La modificación de los hábitats o la contaminación son factores que implican un impacto muy evidente sobre la flora y la fauna, mientras que otros no parecen tener un efecto sobre ellas tan visible.

 


De este modo, cuando hablamos del efecto del cambio climático sobre la fauna, siempre nos viene a la cabeza el clásico ejemplo del oso polar que, al contar con una menor superficie de hielo ártico a consecuencia del incremento de la temperatura global, su hábitat se ve drásticamente reducido, comprometiendo así su supervivencia.

 


Pero, ¿cómo afecta al cambio climático a aquellas especies más próximas a nosotros? Un buen ejemplo de esto puede ser el de los anfibios, uno de los grupos animales que se encuentran más afectados por esta problemática y que, junto con otras causas, hace que cuenten con cerca del 40% de sus especies con algún grado de amenaza según la IUCN. Algunas de las características de este grupo, como puede ser el hecho de que cuenten con ciclos de vida que necesitan entornos con mayor o menor disponibilidad de masas de agua, o su reducida capacidad de dispersión si la comparamos con la de otros vertebrados, hacen que sean animales especialmente sensibles a cambios ambientales a gran escala.

 


Para tratar de discernir esta problemática, se han llevado a cabo varios estudios sobre la evolución de las poblaciones de anfibios en función de diferentes factores sobre los que puede incidir el cambio climático. El principal problema que surge en estos casos es la necesidad de tomar datos durante intervalos de tiempo relativamente amplios, de manera que se pueda comprobar de forma más fiable el efecto de este impacto sobre la demografía de las distintas especies.

 

 

En este último sentido, en el año 2018 se publicó un estudio realizado por un grupo de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el que realizaron un seguimiento de 9 especies de anfibios en la Sierra de Guadarrama durante un período de 18 años. Su objetivo era observar la evolución de las poblaciones de cada una de estas especies en función de la variación de la temperatura, así como de otros factores asociados a la proliferación de enfermedades emergentes.

 


Entre los resultados obtenidos, comprobaron que ciertas especies, como la ranita de San Antón (Hyla molleri), el tritón jaspeado (Triturus marmoratus) y el tritón alpino (Ichthyosaura alpestris) se vieron beneficiadas por el incremento de la temperatura media, y atribuyen este aumento de sus poblaciones al mayor número de charcas y lagunas que quedan disponibles debido al aumento del deshielo en las zonas más elevadas. Además, se observa en estas especies una tendencia de distribución hacia mayores altitudes como consecuencia de la menor disponibilidad de láminas de agua en las zonas bajas, lo que está asociado al incremento de la temperatura.

 

 

Sin embargo, aunque el aumento de la temperatura parece algo positivo, no siempre es así, ya que en aquellos períodos de sequía en los que las temperaturas son excesivamente altas, todas las especies incluidas en el estudio resultaron perjudicadas.

 

 

Otro ejemplo de lo anterior es que en ciertos anfibios, como en el caso de la rana patilarga (Rana iberica), se encontró un fuerte declive en sus poblaciones, lo que se relacionó de manera significativa con el incremento de la variación de temperatura en dicha zona.

 


Por otra parte, otros anfibios se vieron muy perjudicados por la mayor incidencia de enfermedades emergentes, como es el caso del sapo partero (Alytes obstetricans), la especie estudiada en este trabajo que presenta una mayor sensibilidad frente a la quitridiomicosis. Esta enfermedad infecciosa se ve agravada por el incremento del efecto invernadero en las zonas de montaña, al aumentar la temperatura media y, con ella, favorecer el crecimiento del hongo responsable de esta afección.

 


Así, podemos ver de una manera muy ilustrativa que los efectos del cambio climático sobre las especies que se encuentran en nuestro entorno tienden a ser muy variados y a afectarle de diferentes maneras. Por una parte, pueden tener un impacto directo, como puede ser incrementando los períodos de sequías y comprometiendo la estabilidad de hábitats de gran importancia para la fauna. Por otra, también se deben tener en cuenta sus efectos indirectos, mencionando en este caso la importante contribución sobre la propagación de enfermedades emergentes que pueden suponer un serio problema para la conservación de estos importantes representantes de nuestros ecosistemas.


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