En la sociedad actual cada vez está más presente que el cambio climático es una realidad con la que convivimos, y sabemos cuáles son las consecuencias de este y sus causantes. Entre ellos se encuentran los gases de efecto invernadero resultantes de la actividad humana. Recordemos cuáles son los que presentan efectos más nocivos para la atmósfera:
- El dióxido de carbono (CO2) culpable del 80% del calentamiento global por el uso de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón, la madera…;
- El metano (CH4) procedente de la ganadería, la agricultura, los vertederos y las aguas residuales;
- El óxido nitroso (N2O) proveniente del uso masivo de fertilizantes en la agricultura intensiva, de las centrales térmicas, de los tubos de escape y motores de los aviones…;
- Los clorofluorocarbonos (CFC), resultantes del uso de aerosoles o aislantes eléctricos y
- El ozono troposférico (O3) que, aunque no se emite directamente a la atmósfera por una fuente, se forma a partir de reacciones fotoquímicas entre otros contaminantes como los óxidos de nitroso o los compuestos orgánicos volátiles (COVs).
Algunas de estas consecuencias, como el incremento del nivel del mar, ya están demostradas y han tenido un efecto mediático recurrente. Pero muchas otras son desconocidas para parte de la población mundial. Entre ellas, este artículo pretende introducir qué pasará con el permafrost, la capa de suelo que ocupa aproximadamente el 25% de la superficie de nuestro Planeta.
Pero ¿qué es exactamente el permafrost?
Como su nombre indica- en inglés "perma" permanente y "frost" helada-, es la capa de terreno que se encuentra permanentemente congelada, compuesta de tierra, roca o sedimento y con grandes trozos de hielo, mezclados durante dos o más años consecutivos, con una edad geológica de más de 15.000 años y se encuentra debajo de Canadá, la Antártida, Alaska, Rusia, Mongolia y el norte de Europa, cubriendo casi el 24% de la superficie del hemisferio norte y almacenando considerables cantidades de metano y dióxido de carbono.
¿Cuáles son los riesgos del calentamiento global sobre el permafrost?
El aumento de la temperatura, como consecuencia del calentamiento global, se está acelerando a gran velocidad y provocando el deshielo del Ártico. Como se ha dicho, el permafrost almacena gases contaminantes responsables del efecto invernadero. Tanto es así, que los científicos temen que por cada grado centígrado que aumente la temperatura media de la Tierra, el permafrost podría liberar a la atmósfera el equivalente a cuatro y seis años de emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de los combustibles fósiles, y si no se reduce el uso de estos, el permafrost podría ser una fuente de gases tan grande como es a día de hoy el mayor emisor mundial, China.
Pero los problemas que causa el permafrost no se limitan solo a la emisión de dichos gases. Hasta hace poco, los expertos sobre Cambio Climático de la ONU no lo habían tenido en cuenta, ni en sus proyecciones ni los estragos que podría provocar el calentamiento de este. Y es que, no solo se podrían liberar los 1,8 billones de toneladas de dióxido de carbono y metano que se encuentran atrapados en él, sino que mantiene físicamente unido el paisaje. A lo largo de las regiones árticas y boreales, el permafrost se está derrumbando repentinamente a medida que se derriten bolsas de hielo. En lugar de descongelar unos pocos centímetros de tierra cada año, varios metros de tierra pueden desestabilizarse en días o semanas. Las previsiones consideran que tres cuartas partes de la población actual de estas regiones podría ver afectadas sus infraestructuras ya que la tierra puede hundirse por corrimientos y socavones e inundarse por lagos y humedales.
Otra consecuencia de gran importancia está surgiendo a medida que el permafrost se funde, es el despertar de bacterias y virus latentes potencialmente mortales que han estado “durmiendo” durante miles de años o de los que no hemos sabido de su existencia hasta ahora. Casos como el brote de ántrax en Siberia en 2016 no es un caso aislado, y se sabe que enfermedades de los siglos pasados como el virus de la gripe española, la viruela o la peste bubónica también se encuentran enterradas bajo el Permafrost.
¿Qué podemos esperar tras el deshielo del permafrost?
Aunque la limitación que habían acordado 195 países en la Cumbre de París en 2015 era de no incrementar 2 grados Celsius la temperatura global del planeta para el año 2100 (a pesar de que las organizaciones e instituciones hablaban de un aumento de cuatro grados para finales de este siglo), ahora cualquier acuerdo es insuficiente teniendo en cuenta las consecuencias que supondrán ese aumento de temperatura en el permafrost.
La reducción de las emisiones globales procedentes de las actividades humanas podría ser la forma más segura de frenar la liberación adicional de carbono permafrost a la atmósfera. Y es que las consecuencias del cambio climático son tan amplias, que es difícil preveer qué nos deparará el futuro.