El cambio climático tiene una gran influencia sobre los organismos, afectando a su biología y a su ecología. Cada año resulta más temprana la floración de los almendros (Prunus dulcis), la llegada de especies migratorias estivales como las golondrinas (Hirundo rustica) o la aparición de insectos como abejas o mariposas. Éstas últimas se ven muy influenciadas por las temperaturas debido a que influye en el crecimiento de las plantas que utilizan tanto los adultos como las larvas, por lo que no sólo puede afectar a la fenología de las mariposas si no que también puede modificar sus rutas migratorias haciendo que se instalen en territorios en los que nunca antes habían sido vistas.
Este es el caso de Vanessa virginiensis, una mariposa diurna de la familia de los ninfálidos emparentada con nuestras V. atalanta y V. cardui, con quiénes comparte parecido morfológico. Es una especie de distribución neártica, originaria de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, que ha logrado asentarse en la Macaronesia, concretamente en Canarias y en Azores. En la Europa continental se instala en ecosistemas lacustres y entornos de embalses en los que crecen sus plantas nutricias. Se ha confirmado con éxito su alimentación sobre Pseudognaphalium luteoalbum, una asterácea, aunque también recientemente en Gnaphalium uliginosum. De hecho, esta última facilita la localización de los asentamientos de esta mariposa en zonas en las que P. luteoalbum no es tan común.
Se conoce su presencia en la península Ibérica desde el año 1948, con registros puntuales de adultos y/o larvas en las provincias de Ávila, Huesca, las cuatro gallegas, León, Salamanca, Extremadura, Madrid y Huelva, y desde el año 2016 se lleva constatando su presencia en Álava y Guipúzcoa. Se espera que en el futuro la especie pueda asentarse en más provincias en las que se encuentra su planta nutricia, como Vizcaya o las catalanas.
Se considera que los embalses del interior de la Península podrían actuar como puntos de tránsito para la expansión de la especie hacia el este, posibilitando su detección en regiones donde no se ha registrado con anterioridad. El viento podría actuar como otro factor clave en su expansión. Por ello, se subraya la necesidad de prestar mayor atención a otros embalses donde crecen estas plantas, especialmente durante el otoño. Es probable que V. virginiensis se reproduzca ocasionalmente en muchos de estos lugares y que constituya un fenómeno de dispersión y colonización más común de lo conocido hasta el momento.
Muchos aspectos de su biología son aún desconocidos en nuestro país, como su capacidad para superar los inviernos propios del interior de la Península, por lo que se requiere de una mayor investigación que permita entender mejor sus dinámicas de población en España.
El año 2023 ha sido el más cálido desde que existen registros. El aumento de las temperaturas como consecuencia del cambio climático incrementará el riesgo de sequías, un fenómeno que favorece una mayor disponibilidad de las plantas nutricias en entornos lacustres y embalses, así como la prolongación del período de temperaturas favorables para la reproducción de la especie. Por todo ello, el cambio climático podría estar contribuyendo a crear condiciones más favorables para futuras colonizaciones de V. virginiensis hacia el interior y este de la Península, lo que refleja la importancia de profundizar en el estudio de estas asociaciones observadas para comprender mejor la dinámica entre el cambio climático y la expansión de la especie.
