Claves en la vigilancia ambiental de parques eólicos

Energía

Como complemento a otro artículo escrito recientemente en nuestro blog, y a raíz de algunas consultas recibidas, hemos considerado útil ampliar la información acerca del alcance de un Programa de Vigilancia Ambiental (PVA). Para ello profundizaremos en el seguimiento ambiental de una de las infraestructuras que mejor conocemos en EMBERIZA, los parques eólicos.



Recordar brevemente que la vigilancia o seguimiento ambiental es un elemento más en el procedimiento de evaluación ambiental de proyectos, cuyo objetivo se enfoca a contrastar la veracidad de los impactos previstos en el estudio de impacto, así como identificar otros no esperados inicialmente. En pocas palabras, mantener una adecuada compatibilidad del proyecto en el medio natural. Citar también que esta figura se regula en la Ley 21/2013, de 9 de diciembre, especialmente en sus artículos 41 y 52.



Del párrafo anterior se extrae que el PVA debe describirse íntegramente en el Estudio de Impacto Ambiental (EsIA) del Proyecto, especificando aspectos ambientales a controlar, alcance, frecuencias, métodos, equipo, capacidad del personal técnico responsable y, opcionalmente, dotación presupuestaria necesaria. Este PVA será evaluado por el órgano ambiental y aprobado o complementado en la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del proyecto que corresponda. Será esta última versión la que será obligatorio realizar durante la fase de obra y funcionamiento de la infraestructura, tal y como se detallaba en nuestro anterior post.



Recordar una vez más que la duración de la fase de vigilancia del proyecto depende de múltiples factores, entre los que se encuentran el valor ecológico del medio concreto de implantación, los impactos detectados y las exigencias administrativas concretas. En cualquier caso, y aunque no hay nada legislado al respecto, mi consejo es que esta se extienda durante al menos 3 años tras la conclusión de las obras, las cuales requieren imperativamente de un control ambiental estricto. Naturalmente, habrá actuaciones en las que sea necesario compatibilizar el PVA durante toda la vida útil.



Desde un punto de vista más pragmático, tal y como hacíamos referencia en el primer párrafo de este artículo, desde EMBERIZA como consultoría ambiental llevamos más de 10 años realizando vigilancias ambientales, especialmente parques eólicos. En Galicia la implantación de esta energía renovable ha sido muy notable en la primera década del s. XXI, aspecto que la situó entre las comunidades autónomas con más potencia eólica instalada durante varios años. Este escenario creó un ?boom? de ingenierías y consultoras especializadas en este sector concreto, un know-how a día de hoy prácticamente perdido por motivos de diversa índole que no es objeto de explicación aquí.



El PVA de un parque eólico comienza, tal y como se cita arriba, con la definición de su alcance en el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto. Este debe contener referencia, al menos, del mejor modo de llevar a cabo el seguimiento de la calidad de aguas, niveles de presión sonora, funcionamiento de los drenajes construidos, revegetación y restauraciones realizadas en las plataformas y taludes, además de vigilancias concretas sobre las poblaciones de aves y quirópteros.



Históricamente esta última parte es la ha cobrado mayor relevancia, no tanto porque la mortalidad de ambos grupos se haya revelado como significativa en términos generales, si no por el desconocimiento y precaución inicial a sus verdaderas consecuencias. Y, aunque no es objeto de su análisis en este artículo, citar que el impacto sobre aves y quirópteros, en nuestra experiencia, depende totalmente de un buen análisis previo de las implantaciones concretas de los aerogeneradores. Quedaría mucho que debatir en este sentido, pero siempre hay especies más sensibles a la colisión por su comportamiento de vuelo. En cualquier caso, el seguimiento de aves y quirópteros debe seguir siendo uno de los principales elementos de un Plan de Vigilancia Ambiental de todo parque eólico, además de la correcta revegetación de las superficies afectadas durante la obra.



Una vez se define este PVA en el EsIA, es el órgano ambiental el que valora la adecuación del mismo a las exigencias administrativas. Este puede añadir controles, detallar otros, o validar el presentado por el promotor, y publicarlo en la correspondiente Declaración de Impacto Ambiental del proyecto.



La DIA debe especificar la frecuencia de presentación de los informes recopilatorios de métodos, resultados y conclusiones del seguimiento. En Galicia esta frecuencia es trimestral durante las obras, aunque sea necesaria la presentación de un informe final de obras, semestral durante los dos primeros años de funcionamiento, y anual a partir del tercer año y hasta la finalización de la vida útil del parque eólico.



En cuanto a la frecuencia de los controles, dependerá principalmente del PVA, la DIA y los resultados que se vayan obteniendo. En cualquier caso un seguimiento tipo de un parque eólico en Galicia presenta la siguiente periodicidad:



- Calidad de aguas y drenajes: semanal durante obras y bimensual durante la fase de funcionamiento.
- Niveles de presión sonora: quincenal durante las obras y semestral después.
- Restauración y revegetación: mensual tras la finalización de los trabajos de construcción.
- Aves: en fase de obras debe realizarse un seguimiento al menos mensual de densidad y diversidad, salvo que exista alguna especie sensible cuya frecuencia se adaptará a las exigencias de la DIA. En fase de explotación la evolución de las poblaciones debe estudiarse con censos específicos en campo al menos una vez al mes, mientras que para el seguimiento de colisiones debe revisarse cada plataforma al menos dos veces al mes.
- Quirópteros: en fase de obras el seguimiento debe dirigirse únicamente al grado de ocupación de refugios, mientras que en fase de funcionamiento, además de las visitas de colisiones que pueden compatibilizarse con las de aves, será necesario estudiar el uso del espacio aéreo con detectores de ultrasonidos durante el periodo de actividad con una frecuencia al menos mensual.



Es obvio que todas estas tareas exigen de un importante esfuerzo de trabajo de campo, componente principal sin duda en cualquier seguimiento ambiental. No sin olvidar que los informes deben ser claros y concisos, el papel del personal implicado es fundamental. La experiencia y conocimiento del medio natural concreto de actuación son los dos factores clave para conseguir un buen resultado para el promotor, es decir, el mejor coste económico y un proceso administrativo limpio y sin contratiempos. A cambio de ello, el entorno natural se verá beneficiado por una correcta evaluación de los impactos, y el plan de vigilancia ambiental servirá de base para la protección y la preservación del paisaje, las especies y el ecosistema local.

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