Flygskam, la tendencia ecologista que triunfa en Europa

Sostenibilidad y cambio climático

 

Flygskam o vergüenza a volar: Palabra sueca que se refiere al movimiento ecologista antiaéreo originario de Suecia que está arrasando en toda Europa. Este término literalmente se refiere a la sensación de estar avergonzado de volar en avión debido a su gran impacto negativo en el medio ambiente, para de esta forma evitar el uso de este medio de transporte y así abordar el cambio climático de manera comprometida y responsable.

 

Pero, para señalar con el dedo al avión, hay que conocer previamente los datos. Según los últimos datos publicados por la Unión Europea, las emisiones de CO2 de los aviones comerciales han reflejado un crecimiento interanual de casi el 5%, dato que contrasta con el resto de sectores emisores (industria energética, transporte terrestre…) que han descendido un 3,8% en 2019. Asimismo, los vuelos comerciales actualmente representan alrededor del 3% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la Unión Europea, un número que aumentará a medida que el volumen de vuelos continúe expandiéndose, y tal como indica la ICAO (International Civil Aviation Organitation) podrían ascender las emisiones hasta un 300% en 2050. Por otra parte, la Agencia Europea de Medio Ambiente estima que un pasajero por kilómetro recorrido en avión emite unos 285 gramos de CO2 a la atmósfera, frente a los 68 gramos en autobús o los 14 gramos en tren, de manera que ahora sí que se puede concluir que el avión es el medio de transporte que más emisiones de CO2 libera a la atmósfera.

 

Por otro lado, y en paralelo, esta vergüenza sueca ha dado a luz al término Tagskryt que se traduce como 'orgullo de viajar en tren'. La idea es que las personas se animen mutuamente a viajar en tren en lugar de en avión, publicando fotos de sus viajes en este medio de transporte, utilizando el hashtag #tagskryt en las redes sociales.

 

Es difícil hablar de números y estimar cuántas personas están involucradas en esta tendencia, pero Suecia ha visto un aumento en los viajes en tren en los últimos años y una disminución en los vuelos. Según Swedavia, que dirige los aeropuertos de Suecia, el número de pasajeros que vuelan en los diez aeropuertos más concurridos de este país escandinavo cayó un 8% en 4 meses (de enero a abril de este año). Además, #tagskryt consiguió en 2018 que casi uno de cada cinco suecos optase por el tren frente al avión.

 

Este movimiento tiene, sin embargo, algunos puntos débiles; para empezar, está la cuestión económica. El bolsillo y el tiempo se priorizan frente a la lucha contra el cambio climático, y es que hoy en día sale casi 4 veces más barato y se tarda casi 10 veces menos viajando en avión que en tren. Además, algunas personas tienen la sensación de ser juzgadas como pasajeros de un vuelo, cuando en realidad son las compañías aéreas y las industrias asociadas a ellas quienes deberían de afrontar la responsabilidad por el impacto que están teniendo en el planeta.

 

Por otro lado, la industria de la aviación dice que ya está trabajando por su parte para reducir su huella de carbono (medidas como el rodaje con un solo motor y aviones más ligeros que reducen el 1-2% de las emisiones cada año) y tiene planes para lograr un crecimiento neutral en carbono para 2020 y reducir a la mitad las emisiones netas de los niveles de 2005 para 2050.

 

Ahora habría que plantearse si la responsabilidad de coger un avión, con las emisiones de CO2 que conlleva, recae solo en la ciudadanía, o deberían de ser las compañías ferroviarias las que proporcionasen una alternativa de viaje a un coste competitivo al avión para así combatir el cambio climático.

 

Si estás interesado en concienciarte un poco más y saber las emisiones de CO2 que liberas en cada viaje en avión, puedes visitar la página web de la ICAO, que proporciona una calculadora de emisiones de carbono por pasajero. Es tan fácil como introducir tu ciudad de origen y destino, y así puedes averiguar tu huella de carbono.

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