El uso extensivo de plásticos en las últimas décadas ha provocado la contaminación del planeta a nivel global. Muchos productos plásticos no son biodegradables o tardan en descomponerse cientos de años en la naturaleza – por ejemplo, una bolsa de plástico tarda 20 años en descomponerse, las pajitas 200, una botella de plástico 450 y un cepillo de dientes 500 –, por lo que permanecen en la naturaleza en forma de pequeñas partículas que pueden ser fácilmente distribuidas a muchas otras zonas. Podemos encontrar macroplásticos, microplásticos y derivados químicos de los residuos plásticos en prácticamente todos los ecosistemas y en muchas de las especies que los habitan.
Algunos plásticos pueden confundirse con materiales naturales de modo que las aves pueden confundirlas con presas. Además, muchas aves marinas incorporan plástico en sus organismos a través de la ingesta de presas contaminadas. Estudios llevados a cabo entre los años 1962 y 2012 revelaron que el 59% de las especies de aves marinas examinadas habían ingerido plásticos y encontraron plástico en el interior de aproximadamente el 30% de los individuos. Por otro lado, existe menos información de ingesta de plásticos en aves terrestres; sin embargo, se han encontrado residuos plásticos en aves rapaces debido a que son superdepredadores.
Los residuos plásticos y sus derivados químicos afectan, por lo tanto, a la supervivencia, crecimiento, desarrollo, reproducción y fisiología de las aves. Más en detalle, pueden provocar disfunciones físicas tanto externas, como enredos, lesiones, hundimiento o asfixia; como internas, como úlceras y perforaciones, obstrucción del tracto gastrointestinal o la sensación de falsa saciedad al reducir el volumen de almacenamiento estomacal, lo que provoca que coman menos cantidad de alimentos. Además, la bioacumulación y absorción de microplásticos y derivados tóxicos en diferentes tejidos puede tener efectos toxicológicos como el retraso de la ovulación y la maduración sexual, problemas en las funciones digestivas e inmunológicas, activación de respuestas antiinflamatorias, entre otros. En algunos casos, estos efectos negativos pueden llegar a provocar la muerte de los individuos que los sufren.
Esta problemática no solo afecta a aves sino a muchos otros grupos de animales como pueden ser los cetáceos, peces, tortugas, focas e incluso los humanos. De hecho, un estudio reciente calculó que un humano medio ingiere 5 gramos de plástico a la semana, lo que equivaldría a comer una tarjeta de crédito.
Se calcula que en 2050 habrá 12.000 millones de toneladas de residuos plásticos en la naturaleza. ¿Qué podemos hacer para reducir nuestro impacto a pequeña escala?
- En primer lugar, reducir el uso de productos hechos de plástico, sobre todo los de un solo uso y buscar alternativas más sostenibles, como substitutos biodegradables o materiales más duraderos que puedan reutilizarse.
- Asimismo, reusar los productos de los que ya disponemos aprovechando su vida útil al máximo.
- Por otra parte, en caso de que estos ya no sirvan, se deben reciclar. Además, existe la posibilidad de participar en campañas y voluntariados para recoger plásticos en la naturaleza y evitar que pasen a formar parte de la alimentación de los animales.
La contaminación por plástico es una gran amenaza para el planeta, tal y como dice el científico y divulgador David Attenborough:
“La especie humana se arrepentirá si no actuamos contra el plástico ahora.”
