Los incendios forestales son una perturbación natural asociada principalmente a regiones con características climáticas determinadas y una vegetación propensa al fuego. En Europa, durante la segunda mitad del XX, la intensidad de los incendios forestales ha aumentado drásticamente en los paisajes mediterráneos del sur de Europa, siendo España, Portugal y Grecia los países más afectados en términos de recurrencia de incendios y área total quemada.
El presente año 2022 es un claro ejemplo de la problemática que presentan los incendios forestales, dejando a su paso la mayor superficie quemada de los últimos 15 años en España. Pero ¿cuáles son los factores asociados a esta problemática?
El cambio climático, especialmente en las últimas décadas, está creando paisajes cada vez más inflamables, favoreciendo la ocurrencia de incendios de nueva generación que sobrepasan los actuales sistemas de extinción. Además de los distintos factores medioambientales que afectan en el número de hectáreas quemadas, existen una serie de variables socioeconómicas que se correlacionan directamente con incidencia del fuego sobre los montes, como el abandono rural, la industria forestal y la gestión histórica del fuego.
Por un lado, el incremento del abandono rural, marcado por el desplazamiento de la actividad económica hacia las ciudades, favorece el aumento de biomasa vegetal y su conectividad, el desarrollo del estrato arbustivo y la densificación de los bosques. Así mismo, la transición forestal, potenciada por el desarrollo de la industria, repercute indirecta y negativamente sobre el aumento de incendios forestales mediante procesos de transformación del uso del suelo. Además, la gestión actual del fuego, fundamentalmente enfocada hacia la supresión sistemática de los incendios, ignora su prevención favoreciendo, paradójicamente, la transición hacia paisajes más propensos a grandes incendios.
En conjunto, estos cambios producen la homogeneización del territorio acelerando la aparición de paisajes cada vez más inflamables con fuertes impactos en la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
Sin embargo, el impacto de los incendios no siempre es negativo. El problema surge cuando su recurrencia supera la capacidad de resiliencia de los ecosistemas, alterando de manera irreversible procesos naturales que sirven de base para la producción de bienes y servicios ambientales.
De esta manera, para poder reducir el riesgo de incendios, es necesario una gestión preventiva del territorio. Solo mediante un conocimiento profundo del régimen de incendios y sus impactos en la biodiversidad se podrá garantizar una recuperación de nuestros bosques.