En 1984 se protegió el acebo en el territorio de la Comunidad Autónoma de Galicia con la “Orden de 10 de diciembre, de Protección del Acebo”. Dicha defensa suponía la prohibición de arranque, recogida, corta y desenraizamiento de la especie, incluidas sus semillas, así como su comercialización. El régimen jurídico de dicha protección estaba amparado también en la Ley de Montes de 1957 y su Reglamento posterior.
Posteriormente, el “Real Decreto 439/1990, de 30 de marzo, por el que se regula el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas” dejó fuera a la especie de la protección especial. En 2007 tampoco se incluyó su defensa en el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas.
¿Qué función cumple el acebo?
El acebo desempeña una tarea ecológica importante en zonas de alta montaña. Por un lado constituye un alimento para los herbívoros y para las aves, que comen sus frutos, y, por otro, porque los bosques de esta especie perenne sirven de refugio invernal para varias especies animales. A pesar de esta labor fundamental, cada vez hay menos formaciones boscosas de la especie.
Debido a su función ecológica y a la evidente disminución de su representación en nuestros bosques, asociaciones y entidades conservacionistas y ecologistas han venido solicitando que se incluya el acebo como especie “Vulnerable” en el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas.
Lejos de ser así, recientemente, el “Decreto 11/2018, de 18 de enero, por el que se regula el Observatorio Gallego de Educación Ambiental”, recogía la derogación de la citada Orden de 10 de diciembre de 1984, y con ello, el acebo dejaba de estar definitivamente protegida en Galicia.
Se abre por tanto un escenario de incertidumbre, ya que en la cultura popular gallega la especie goza de un importante estatus como representante típico de árbol protegido. Un ejemplo de lo difícil que es crear conciencia popular de protección y lo fácil que se desvanecen años de esfuerzo en este sentido.
