¿Conoces el verdadero significado de la sostenibilidad? ¿Has oído hablar de la Revolución Sostenible? ¿Trabajas en una empresa comprometida con la sociedad y el medio ambiente? ¿Actúas de modo responsable con la sociedad y el medio natural?
En los últimos tiempos se ha puesto de moda un nuevo concepto: el de desarrollo sostenible o sostenibilidad. Lejos de parecer un término de reciente cuño, tiene casi 30 años. Data de 1987, cuando Gro Harlen Brundtland, entonces primera ministra noruega, lideró una comisión para la ONU y fijó el desarrollo sostenible como ?aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones? (Informe Brundtland). Se trata de una consecuencia de los movimientos ecologistas nacidos en la década de los 60, aunque incorporando el componente económico, político y social.
Según se cita en varias fuentes, la sostenibilidad significa la existencia de condiciones económicas, ecológicas, sociales y políticas que permitan su funcionamiento de forma armónica a lo largo del tiempo y del espacio. Consiste en satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades. Es un término ligado a la acción del hombre, a su relación con el entorno.
Tras casi 30 años de crecimiento desde su nacimiento, este concepto parece haber adquirido su madurez plena, y forma parte ya del vocabulario común. En este fomento de su uso han jugado sin duda un papel destacado gobiernos y grandes corporaciones, que han venido introduciendo la idea en los últimos años, hasta el punto de dedicar a día de hoy importantes recursos económicos a su promoción.
Pero, ¿conocemos realmente las implicaciones del desarrollo sostenible?
Para responder a esta pregunta, hagamos una clasificación de gobiernos y empresas en función de su grado de interiorización de esta política de gestión:
? Empresas o Gobiernos Sostenibles: actúan a largo plazo. Son aquellos que mayoritariamente creen en este modelo, desde sus consejos de dirección o puestos más influyentes, hasta sus empleados o militantes. Integran la sostenibilidad en su plan estratégico y en su misión, visión y valores.
? Empresas o Gobiernos que Pseudo-sostenibles: actúan a medio plazo. Aquellos cuyos departamentos u órganos de la alta dirección no creen realmente en la protección sociocultural y ambiental de los recursos con los que entran en contacto a través de su actividad, pero deciden poner en marcha campañas de marketing que sí fomenten esta idea. En este caso la única motivación es adaptarse a la moda vigente, a los requisitos de una sociedad que exige que se cumplan ciertos cánones empresariales. Son empresas que navegan sin un plan claro, y que buscan un beneficio económico desorbitado.
? Empresas o Gobierno No sostenibles: actúan a corto plazo. Aquellos que no conocen o no quieren poner en marcha este modelo de gestión por carecer de motivaciones al respecto.
La integración del desarrollo sostenible en las políticas empresariales o gubernamentales no debe ser en ningún caso temporal. En los últimos 4 ó 5 años se ha comenzado a fomentar su uso como estrategia de marketing, es decir, como un modo de mostrar de cara a la galería que se están llevando a cabo dentro de la empresa ciertas actuaciones en las que en realidad no se confía. Se trata más bien de un mecanismo de compromiso social y ambiental que responde a una moda pasajera. Esta pseudo-sostenibilidad, tal y como se ha citado antes, no es una verdadera creencia en que la actividad económica o política desempeñada puede ser responsable con todas las partes implicadas.
El verdadero cambio de mentalidad exige un punto de vista a largo plazo. Las inversiones a realizar no obtienen frutos a corto, sino más bien a largo con la adopción social de dichas transformaciones. Véase por ejemplo la colaboración entre Coca-Cola y WWF para la recuperación ecológica de las Tablas de Daimiel.
Sin duda aquellas empresas y gobiernos que llevan invirtiendo recursos desde hace años en aspectos como ecología, compromiso social o patrimonio cultural verán incrementada su presencia en la sociedad de los próximos años. Se trata de una respuesta a una sociedad cada vez más concienciada con la protección social y ambiental.
Para comprender esta jerarquía de obligaciones no hay más que visualizar la ?pirámide de la sostenibilidad?. Son las personas las que se sitúan en lo más alto, con sus demandas y obligaciones. Éstas, marcan el rumbo en las políticas de pequeñas y grandes empresas, transfiriéndoles sus costumbres de respeto social y ambiental. En último lugar, los gobiernos interiorizan dichos hábitos, sosteniendo con su capacidad de legislar las instancias de sus ciudadanos.
A nivel mundial se está produciendo una verdadera Revolución Sostenible que conlleva un cambio de demanda social hacia las compañías y órganos gubernamentales. La consolidación de esta Revolución dependerá de cada uno de nosotros, de nuestros hábitos y exigencias de responsabilidad socioambiental hacia políticos y empresarios.